Tener buena apariencia es casi tan primordial como sentirse bien. Se querrá lucir las sandalias y las prendas más elegantes mientras se peregrina de tienda en tienda por la Quinta Avenida, proliferan los comercios y boutiques donde satisfacer a ese “consumidor lujoso” que se lleva en el interior.

Al ocaso, la Quinta se anima con los bares de copas, las discotecas de las azoteas y la música en directo, por la mañana se impone eliminar los efectos de la velada anterior con una zambullida purificadora en algún cenote cercano, como el Cenote Azul o El Jardín del Edén; o sencillamente pasar el día en la reconfortante arena de la playa. Para los aventureros hay submarinismo y parasailing, a pesar de que resulte duro dejar la palapa (choza abierta con techo de hojas de palma) de la playa Mamitas para emprender una aventura qué exija algo más que aplicarse bronceador, ingerirse un mojito o disfrutar del sol y las olas.

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